Mons. Carlos Augusto Forbin Janson, nació en 1785, en París, Francia, sólo cuatro años después se desataría la Revolución Francesa, misma que lucharía en contra del "antiguo régimen francés", para dar surgimiento a la ideología y cultura titulada la "Ilustración", la cual, daría lugar a la "declaración de los derechos del hombre y del ciudadano".
Durante esta Revolución, la familia de Carlos Augusto, se vio forzada a salir de territorio francés, debido a la persecución en contra de la clase alta a la que él pertenecía, y así partieron a Alemania.
Era la plena época pre-capitalista; la primera etapa de la Revolución Industrial se encontraba en su apogeo en el Reino Unido, extendiéndose por toda Europa; con ella, surgía la gran era de las máquinas y los progresos técnicos y científicos. Era una economía basada en la industria y la manufactura, sin duda, fue una época de importante crecimiento y desarrollo tecnológico, en donde los niños también jugaron un papel importante, ya que fueron empleados en las fábricas, atendiendo alguna máquina de hilar y tejer; aunque con largas jornadas laborales (pero que en algunos casos) gracias al trabajo ofrecido durante esta época, muchos niños tuvieron una forma de enfrentar y ganarse la vida. Este fue el contexto histórico en el que se desenvolvió la infancia de Mons. Forbin Janson y con ella, la de los niños europeos.
Diez años después del exilio en Alemania, Carlos Augusto regresa a Francia, y a los 24 años de edad ingresa al seminario de San Suplicio. Después de haberse convertido en sacerdote y de haber tomado diferentes cargos, regresó a París para instruir a los infantes de la Parroquia de San Suplicio; tiempo después, es nombrado Obispo de Nancy, Francia.
Después de haber insistido en ir de misiones al continente asiático (viaje que nunca se concreta) Mons. Forbin Janson llega a Canadá; y desde ahí se entera (a través de cartas de los misioneros) de la difícil situación de la pobreza y esclavitud que aquejaba a los niños del continente de raza amarilla.
Esta situación principalmente, fue la que conmovió profundamente el corazón de Mons. Forbin Janson y fue así como decidió fundar la Obra que legó a los niños, la "Santa Infancia" que consistió en "ayudar a los niños a través de los niños" sembrando un espíritu y conciencia misionera en la Infancia y Adolescencia de todo el mundo.